La esperanza rebrota en el Sur del Atlántico con las 'semillas de vida'
Programa 'El campo a toda marcha' llegó a 2.253 campesinos en 2020.
Las esperanzas de los campesinos del sur del Atlántico empiezan a reverdecer con el impulso del programa ‘El campo a toda marcha’, que les dará a familias como las de Héctor Arce una segunda oportunidad sobre la tierra.
“En estos momentos nos queda como trompá’ en ojo tuerto”, dice él, de 62 años, revisando en Campo de la Cruz la parcela sembrada de melones con la que sostiene a su familia. “Nos dejan ciegos en seguida, pero de la emoción”.
Los frutos de la iniciativa ‘Semillas de vida’, de los cuales fue uno de los beneficiarios en 2020, le dieron un alivio en esta pandemia en la que le ha tocado “trabajar con las uñas”. Recibió entonces cinco kilos de semillas, litros de insecticida y bultos de alimento. “Me dieron una cosecha buena. De ahí nos beneficiamos miles de campesinos en el sur del Atlántico”.
En total fueron 2.253 campesinos beneficiados directamente en ese ciclo de cosecha, que pudieron obtener ingresos alrededor de los 3.5 millones de pesos. Gracias al esfuerzo de la Gobernación del Atlántico los agricultores sembraron más de 2 mil hectáreas de semillas de maíz, papaya, auyama, fríjol y melón.
Por eso Héctor se emociona cuando escucha que la Gobernación del Atlántico seguirá esparciendo “Semillas de vida” este año. Como uno de los tractores para que el campo avance a toda marcha, el programa continúa y logrará beneficiar a unos 3.200 campesinos en 2021.
Otra de las beneficiadas es Ibeth Hernández, quien tiene una parcela en la vereda La Merced, en el municipio de Piojó. “Nosotros somos los que surtimos y alimentamos a todo el departamento. Esto viene de raíz, de nuestros abuelos”, dice ella, de 68 años.
Ahora mismo está sembrando yuca, guandules, ñame. Ella, de 62 años, debe sacar su producto a lomo de mula, y dice que su mayor necesidad es contar con fuentes de agua para mantener sus cultivos tanto en invierno como en verano. Porque a pesar de las dificultades que tiene que afrontar, hoy sabe que no está sola.
Ibeth sabe que ella y los demás campesinos cuentan con un aliado, alguien que está apoyando su desarrollo y los escucha. Y espera “que nos apoyen con unos proyectos buenos, que de ahí nosotros tengamos de donde vivir y de donde mantenernos, para no estar prestándoles a los bancos que nos ahorcan”.
Otro de los ejes del programa “El campo a toda marcha” es justamente garantizar el acceso al agua. El departamento cuenta con una ubicación privilegiada, rodeado de agua, como testigo del encuentro entre el Mar Caribe y el principal cuerpo fluvial del país. Lo tiene todo para ser un gran campo productivo, y la Gobernación del Atlántico se propone convertir esta vocación en una realidad, respondiendo a lo que Ibeth y otros campesinos necesitan para proyectar su actividad productiva a otro nivel.
Ya está coadministrando los distritos de riego de Repelón, Santa Lucía y Suán. Y además, está ejecutando 27 mil millones de pesos para la recuperación de la infraestructura de los distritos de riego del departamento, lo que permitirá contar con una operación más eficiente para que los agricultores cuenten con agua permanente para nutrir y hacer germinar sus cultivos.
Lo que ni Ibeth ni Héctor saben, es que están formando parte de una revolución agroindustrial para reactivar el sur del Atlántico. No solo son semillas y agua, también asistencia técnica y financiación para los productores atlanticenses.
Asciende a 7.000 mil millones de pesos la inversión en capitalización rural, mediante créditos asociativos para reactivar la siembra de 100 hectáreas de limón y otras 250 hectáreas de palma.
En total, conjugando las distintas líneas del programa, serán recuperadas unas 5 mil hectáreas. Habrá plátano, cacao, maíz, yuca, auyama y fríjol, entre otros. Incluso habrá semillas de girasoles: un cultivo de 50 hectáreas, como parte de un proyecto piloto que empleará a las mujeres campesinas de la zona.
Porque además, con esta revolución también se espera cosechar alrededor de 5 mil nuevos empleos.
Por eso es que a Héctor se le escucha tan emocionado cuando dice que este programa es “una trompá’ en un ojo tuerto”. Hace ya más de 10 años, él fue uno de los damnificados con las inundaciones del invierno de 2010. Ya una vez lo perdió todo.
Se recuperó y el destino lo sumergió en una nueva crisis. Hoy ha logrado mantenerse a flote en la pandemia, gracias al apoyo recibido. Esta vez no está solo, ni él ni Ibeth ni ninguno de los campesinos. Esta vez cuentan con todo el acompañamiento y una segunda oportunidad, para ser la fuerza que pone en marcha al Atlántico.